sopastrike

18 feb 2009

Siempre olvido que nunca nada es absoluto



No sé si me duele o no el hecho de no recordar mi nacimiento. Acaso me agradaría recordar el momento preciso en el que mis ojos vieron la claridad por primera vez, en el que mi piel sintió el frío del universo externo, en el que mis pulmones se abrieron para respirar el ambiente hermético del hospital? Puesto así, no me faltan ganas de regresar a las profundidades simples de mi vientre de mujer.

Nacer. Aquel momento definido. Brotar, germinar, aparecer. Surgir, emerger, prorrumpir. Llegar. He llegado, como todos los días. Todos los días quisiera nacer en tus brazos. Y que tus labios me absorban por las noches. Decido nacer.

Me arrulla el silbido de mi sangre cuando nazco por las noches. Cierro los ojos y soy. Creo. Me erijo en paisajes circulares, nunca en líneas rectas. Te creo con la negrura espesa que me regalan mis párpados al abrigar mi vista. Y hago florecer la primavera a oscuras dentro de mi.

Nox.

Imagen: "Hazz Spring", James Jean

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