sopastrike

29 abr 2010

Faltas de ortografía

De niña no me gustaba regresar de la escuela a la hora del almuerzo, que para mí era tiempo perdido escuchando a mi mamá repetir el inefectivo mantra "come" hasta que la paciencia le faltara y terminase obligándome a prometerle que para cuando ella regrese del trabajo el plato estaría vacío. La promesa era el pase hacia la libertad y sobretodo el tan apreciado silencio.

Siempre fui una niña solitaria, no me gustaba ir a jugar con los hijos de los vecinos ni que ellos vinieran a mi casa. Nunca hablaba en voz alta cuando jugaba. Los monólogos de la muerte del perro de peluche moribundo y las letras de amor del Ken a la Barbie (o viceversa) eran minuciosamente desarrolladas en mi cabeza. La primera palabra era el saludo a mi papá cuando llegaba del trabajo a las cinco y media. Después de su minucioso ritual de aflojarse la corbata, sacarse los zapatos, y sentarse en el sofá con la copa de vino tinto a escuchar música, me acompañaba al estudio (el cuarto dónde estaban los libros y el escritorio en dónde hice mis deberes hasta los 15) y me hacía escoger alguno de los libros. Frecuentemente elegía uno de la colección "El Barco de Vapor" (seguramente alguno de ustedes los recuerda) pero también solía aventurarme en la sección de mi papá, y la tarde terminaba con 20 minutos escuchando en silencio la lectura pausada de las primeras páginas de algún libro de ciencia ficción de Isaac Asimov. Luego llegaba mi mamá, me mandaba a buscar el sacrosanto cuaderno que me hacía llevar hasta a la playa, y me hacía copiar todas las páginas que mi papá me acababa de leer, haya sido la historia de Valentín que se parece a Valentín o la explicación de las tres leyes de la robótica. Al terminar, tenía que buscar todas las palabras que no conociera y copiar las definiciones. Y bueno, luego iba a la cocina a recibir el regaño porque el plato del almuerzo seguía intacto.

A los 7 años una amiga de mis papás me regaló un diccionario de bolsillo y la tarea asignada fue terminar de leerlo para el final de las vacaciones.

Todo este post sólo porque tenía ganas de contarles. Nada tiene que ver con nada. Y bueno, sí, efectivamente...

Nox.

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