Encontrar una foto de cuando eras niñ@ y decirte que esa personita que te mira se te parece, pero no eres tú. Recordar episodios de infancia y reírte desde el exterior a pesar de la familiaridad, como si miraras a un niño cualquiera jugando en el parque, escondiéndose en los rincones de tu casa, durmiendo en la cama en la que quizás todavía duermes.
Los recuerdos de infancia pertenecen a la esfera más bizarra de mi mente, aún más extraña que la cinemateca de mis sueños. Todo se revuelve atemporalmente ante mis ojos, llegando a lo más profundo de mí, y cada vez reacciono de una manera diferente, pero el desconcierto permanece. Dudo de la continuidad que existe entre ese niño y yo y lo único que me queda, por ahora, es el deseo de rescatar la naïveté.
Bombos, platillos y estridentes licuadoras.
Nox.
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