Una delgada capa aceitosa de azúcar flota sobre el café. Varias veces me he preguntado si proviene del azúcar o de mis labios.
Tocan a la puerta y vuelven a tocar, quién es? Quisiera que fuese esa bella mujer!-me conozco su nuca y sus uñas de memoria porque siempre se sienta frente a mí durante las dos horas semanales en las que vagamente compartimos el mismo espacio.
Pero claro que no es ella.
Eres tú, y te esperaba, déjame imaginar un poco!
Me dices que no has soñado hace tiempo y Ravel sirve el vino.
El sofá parece suficientemente grande para esta conversación y para estas bocas bostezantes. Después de un rato es demasiado frío y migramos como los patos hacia el sur.
Anochecemos juntos y lo que más me gusta es que por la mañana cuando me pregunto sobre esas figuras que flotan sobre el café la cuestión pierde su importancia porque el sol ha venido a incendiarte la cabeza y parece que los ojos se te han disuelto bajo tus pestañas kilométricas.
Soñaste con el mar.
Nox.
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