sopastrike

9 abr 2011

tejas rojas y cielo azul.

Me veo desplazando objetos, armando y desarmando cajas con comodidad, reamasando las masas de mi existencia, atrayéndolas dulcemente como flotantes moscas. Hoy en la calle me sentí feliz al crear música inesperada cuando quién sabe qué en mi mochila produjo un delicioso sonido metálico de campanario contra una baranda en la vereda.
Soleado cantar en mis medias rayadas. El murmullo de la ciudad, sordo y lejano a pesar de que mis ventanas abiertas tragan el ruido con avidez, y suena a canto de cascada. En mi casa nunca más puede faltar el azul.
Luna que nos extravía con ella hasta cuando brilla el sol.
Un cuervo me sentenció a muerte hoy y le respondí indignada en colinas inclinadas, y metí la mano en las cosquilludas ortigas. Como multisemantismo del adelanto.
He adoptado alfelino con antenas parabólicas y el papel tapiz enloquece. Es hora de la siesta.
Ella respira a la rosa y la rosa la respira a ella.

Nox.

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