4.50 am. El cielo, dudando aún en clarear, deja escapar algunas gotas microscópicas que se disuelven en el escaso viento caliente antes de ponerse en pausa. Y entonces el aguacero comienza a caerme encima. Las calles se transmutan bajo el paso de las gotas, y yo las descubro encantada, caminando en la sinfonía solitaria de los colores cambiantes de los semáforos. Hombrecito rojo parado, hombrecito verde caminando, los ignoro, excepto cuando me regalan una sonrisa. Un auto aparece en una esquina y naufraga en la avenida. La lluvia se intensifica, convirtiendo los techos en tambores. Estoy empapada hasta los huesos en el calor fatigoso de las madrugadas que abren el verano, y soy intensamente feliz. Afuera el saco, corramos bajo la lluvia. Risas impetuosas, música en los oídos y en las entrañas.
Paso frente a una vitrina iluminada. Un maniquí vestido de rojo y púrpura me cuenta historias de amor, y de viento, y de mar, y de soles. Qué ganas de caminar en la hierba mojada...vamos a buscarla! Las gotas me acarician la frente, los ojos, los hombros, fluyen por las cejas, entran en las orejas, inundan los zapatos. La Diosa me envuelve! Los hombrecitos rojos y los hombrecitos verdes bailan al ritmo de mi risa. El cielo comienza a despertar, revelando lentamente una ciudad limpia, hermosa, que me apropié en uno de los momentos más magníficos que he vivido. Llave, puerta, desnudez, pijama, ventilador encendido, apaga la luz, cierra los ojos.
Precaución. Piso resbaloso cuando llueve.
Nox.Imagen:"A soda's dream" by barishiman.deviantart.com
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