sopastrike

13 jun 2011

Mal de altura / No me gustan los perros

Si aguardo en el temblor violáceo del amanecer,
Once toques me anuncian la demencia anhelada.
Bienvenida es la suavidad vibrante del ser desconocido:
El espejo siempre está vacío en su superficie engañosa.

Si me tiemblan las manos tráeme papel carbón,
Quiero duplicar los caminos del tridente venal
Y llegar a tus manos con certezas inciertas.

Ábreme las nubes que quiero un poco de lluvia
Para barrer la calle y refrescarme la memoria.

[Sesenta años después, amanece.
Los temblores me habrán limpiado la vista
Y estaré con ganas de acariciar el sueño.]

Cuidado que en tu hoja se han colado las arañas
Y tendrás que hacerte amiga.

Ahora bajo mis uñas cabe toda la ternura.
Se me olvidan las letras y viene el espejo
Con sus manos de dentista
A arrancármelas de la boca.

Susurran sobre el puente las mujeres que bailan;
O gritan, no sé bien - se me olvidaron los nombres de los colores.-
Hablo en un lenguaje desconocido.
Pero mis ojos,
Ellos,
Son del barro más brillante del inicio.
Que vuelen los insectos, yo siempre he tenido canas.
Y recordaré siempre el maullido de la prehistoria.



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