sopastrike

14 feb 2012

Le vi, andaba sonriendo por ahí...

Esta es una nota post-mortem frente a una realización que recuerdo con algo cercano al cariño en esta amigable noche de invierno.

Hace ya un par de meses, me llegó una invitación automática para unirme a LinkedIn (sí, ahora soy suficientemente vieja para tener un perfil a mitad vacío y...un contacto!). La invitación venía del Spica, porque mi correo electrónico seguía en su lista de contactos (lo cual no tiene nada de extraño, yo nunca he hecho una limpieza de los contactos hotmail). De todas maneras, esto es simplemente el contexto y sus detalles no importan.

Así pues, me uní a su red, esperando encontrar algo en su perfil que responda a mis curiosidades básicas.
Y abro su foto de perfil. Ahí estaba. El mismo cabello que yo amé, la misma frente ancha, la misma boca, la forma acorazonada del rostro que durante tanto tiempo gasté en mi memoria. Pero desde el fondo de su mirada digitalizada, no había nada para mi. Nada que yo pudiese reconocer. Nada que dijera "Soy Spica, y aquí estoy".

Y lo único que me pude decir, a solas en mi casa frente a la frialdad de esa mirada que desconozco, fue "Guau. Yo amé a ese hombre". Y me invadió una auténtica tristeza.Y sí. Debo admitir que ha pasado mucho tiempo (terminó así) y que para ese entonces era mucho más joven y ya no soy la misma, pero yo creía en él, en nosotros. Creía en esas posibilidades.

Sigo creyendo que todo es posible. Y si bien no he aprendido a olvidar y dudo que alguna vez lo consiga, sé que nunca más pensaré en él a la hora del té. Ni a ninguna otra hora. Estoy anestesiada de él para siempre. Creo que es esto a lo que llaman "olvidar". Pero es un mal uso de la palabra. Estas cosas no se olvidan nunca. Simplemente dejan de doler.

El invierno te tiene apretada hasta la fibra mujer,
mientras caminas contra el viento.
Ego al aire, ego al frío, campanadas de la muerte.

Nox.

2 comentarios: