Buenos días, 2012.
Para este año he tomado más resoluciones que nunca, pues terminó estrepitosamente y los bombos y platillos brillaron por su ausencia.
¡Que regrese la hegemonía del sentir ecléctico!
Invoco la pureza y la humildad, la simpleza de la mirada poética, la sinceridad del frío invernal, el desdoblamiento del viento y la vida escondida de los granos. Y no tocaré a la puerta de los que no quieran ser invocados. Y los invito a que dejen que algo dentro de ustedes estalle como en la apertura que compuso Tchaikovsky hace dos siglos, con cañones y todas las de ley.
Nox.
Simplemente grandioso...
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