El otoño sabe matar con ternura, con paciencia.
Explota la muerte en la tarde de tu vientre y sangra la montaña.
Se desnuda la muerte en las alturas y la tierra, tibia, resopla.
Caen las hojas y las calles se cubren de muerte,
Esqueletos crujientes de la primavera.
Vengo a la tierra, a la piedra, laderas de sol y vino,
Magma tan verde y tan magno que sangra, quema.
El amanecer, jadeante, llega a mí vestido de brumas,
Y yo me visto de gris para que, contra mi pecho,
Brillen algún día las copas flameantes.
Nox.
imagen: eventualmente
algún día esos rojos y amarillos del otoño estarán entre tu pecho y espalda. Promesa
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