sopastrike

10 mar 2015

un martes.



En ese momento tienes ganas de encontrar un motivo federativo que explique el comportamiento de mierda que adoptas la mitad del tiempo y le echas la culpa a tu falta de empatía. Te acabas de formular el concepto y no te parece tan mal, te suena chévere. Cuando llegas a la casa escribes un párrafo al respecto y te vas dando cuenta que no tienes nada más que contribuir, guardas el Word en alguna carpeta de nomenclatura dudosa porque te dices que algún día le encontrarás puesto en alguna de tus historias.

Es ahí que te entra la curiosidad de ver qué es lo que hay en la famosa carpeta y la abres. Ordenas los archivos por fecha y abres el último documento. Nah, ese no entra en el juego. Siguiente. Título Route barée. Querías escribir sobre esa vez que te acostaste con fulano. Última frase:

 Y es que es un acto cuyos orígenes no consigo aprehender totalmente.

Voilà, yo qué dije. Seguramente todo remonta a tu falta de empatía. 

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